El amor por los niños es algo que los genes han construido en nosotros en su favor, para que los padres se ocupen de los niños y los genes se trasmitan de generación en generación.
Así pues, si alguno de ellos adopta un niño para llenar un vacío emocional, la ley ya ha perdido su objetivo, que es un hijo que lleve los genes de los padres en lugar de un hijo adoptado, que no lleva los genes de los padres.
La adopción verdadera y voluntaria ocurre entre nosotros, como seres humanos. El punto es establecer el origen de la moral de los humanos, entonces, ¡¿es correcto poner este comportamiento moralista como ejemplo para justificar la aparición de la moral en ellos?!
Sí, podría decirse: que puede haber un error en la adopción de un niño extraño, o incluso puede que un miembro de una especie adopte un niño extraño como resultado de una mutación genética, y este sea el inicio de la aparición de un nuevo meme cultural, pues este aspecto cultural se propaga en la sociedad.
Entonces aquí necesitamos debatir dos cuestiones; que son:
¿Será esta adopción altruismo verdadero?
¿Y qué posibilidad de éxito tiene este meme —en la naturaleza—, es decir, la adopción de un niño extraño?
Si los que adoptan niños fueran solamente los que son infértiles, no podríamos llamarlo altruismo verdadero, pues sería una práctica cultural buscando subsanar una carencia paternal o maternal y no una adopción altruista. Creo que no necesitamos debatir más esto.
En cuanto a si los padres son fértiles como es el caso natural, no puede propagarse entre ellos esta práctica cultural en la naturaleza; porque va contra la propagación de sus genes. Si hubiera una práctica cultural como ésta que quisiera propagarse entre ellos, los genes la combatirían con la aparición de genes que se lo impidan. Estos genes tendrán éxito y se apoderarán del acervo genético que no contenga este gen. Dawkins y otros biólogos atribuyen el inicio de la aparición de la cultura moral humana a períodos en los que los grupos vivían en la naturaleza expuestos a la selección natural como los demás animales.
Del libro La ilusión del ateísmo del Imam Ahmed Alhasan (a)